El Impacto de los Desastres en el Perú
Contrastando con su impresionante biodiversidad y gran riqueza en su diversidad étnica y cultural, las poblaciones y los territorios en el Perú presentan condiciones de vulnerabilidad a los desastres en amplios sectores de la población, exacerbada por los efectos del cambio climático. El país ocupa el segundo lugar con el mayor número de personas afectadas por desastres en Sudamérica. Frente a ello, la alta probabilidad de ocurrencia de peligros originados por fenómenos de origen natural, los inducidos por la acción humana y los generados por ambas intervenciones (socio-naturales) configura los diversos escenarios de riesgo de desastres.
En el
Perú, el riesgo de desastres se está incrementando en la mayoría de regiones y
las pérdidas por desastres constituyen una limitación para la vida de las
personas y para el desarrollo.
Según el INDECI,
entre los
años 2003 y 2012 se
reportaron más de 44 mil emergencias que afectaron a más de 11 millones de
habitantes y que ocasionaron cuantiosos daños y pérdidas en vivienda,
infraestructura y agricultura. En este
contexto, y ahora más que nunca, la gestión del riesgo de desastres debe ser
parte integral del desarrollo sostenible.
En
este último decenio América Latina ha mostrado un importante crecimiento
económico gracias al auge de las economías asiáticas y su necesidad de materias
primas, lo que ha generado un aumento de la recaudación de los países de la
región en concepto de explotación de estos recursos. En
el caso del Perú, se ha experimentado un crecimiento económico -medido
a través del crecimiento del producto bruto interno (PBI)-
en forma
sostenida, siendo uno de los países al que más le ha favorecido la coyuntura
internacional.
Aunque en términos macroeconómicos la
situación es favorable, ésta no se ha traducido en una política distributiva
hacia los sectores más pobres. En vez de reducirse la desigualdad, ésta se ha
mantenido y en algunos sectores ha aumentado.
El
nivel de riesgo está determinado por el alto grado de vulnerabilidad
condicionado no sólo por la exposición sino también por la fragilidad y
resiliencia de la población. Entre los factores de vulnerabilidad se puede mencionar la forma de
planificar las ciudades, la ubicación de los asentamientos en zonas de riesgos, la carencia de
criterios para adecuarse a las zonas de riesgo y el crecimiento rápido de las
ciudades. También los altos índices de pobreza, poblaciones que carecen de
servicios básicos o si los tienen son de mala calidad, altos índices de
desnutrición, bajo nivel educativo y condiciones de salud deterioradas.
Por
otro lado, la sobre explotación de los recursos naturales; la existencia de
políticas o normas que regulan el uso y el acondicionamiento del territorio,
que
contrastan con el poco control y regulación por parte de las organizaciones e
instituciones y el evidente incumplimiento de las mismas; la debilidad de las
organizaciones comunitarias y sociales; la poca capacidad de las instancias
para manejar las situaciones de emergencias y desastres, entre otros aspectos.
Todo ello conlleva a que el Perú sea un país altamente vulnerable.
Durante
el período 1970‐2009,
el Perú
se vio afectado por 105 desastres, 71% de éstos fueron provocados por
fenómenos hidrometeorológicos (sequías, inundaciones, deslizamientos húmedos y
heladas) y 29% por eventos geofísicos (sismos, erupciones volcánicas y
deslizamientos secos).
Estos desastres causaron más de 74.000 muertes y
afectaron a 18 millones de peruanos. Durante este período, Perú fue el país
latinoamericano con mayor número de fallecidos y el segundo en afectados (sólo
detrás de Brasil, que tiene una población seis veces mayor).
A
nivel de daños causados por eventos hidrometeorológicos, cabe destacar el
impacto del Fenómeno de El Niño, que en los episodios severos de 1982‐83 y
1997‐98 causó pérdidas estimadas de US$6.800 millones. Los
sismos son otro de los desastres que han causado grandes pérdidas económicas al
país. El
terremoto
de Pisco en 2007 provocó daños y pérdidas superiores a
los US$2.000 millones.
Conforme
a un reciente estudio del perfil de catástrofe sísmica en Perú elaborado con
apoyo del BID,
se estima que el país tiene un valor de infraestructura expuesta ante fenómenos
naturales de más de US$450.000 millones. En el escenario de un evento sísmico de
gran magnitud, el país podría incurrir en una pérdida
de hasta US$43.000 millones.
El estudio concluye que en caso
ocurriese tal evento, el sector público peruano no estaría en capacidad
financiera para cubrir los pasivos fiscales asociados con dicha pérdida. Según
el mismo estudio, Lima sería la región con la mayor pérdida máxima probable en
términos de infraestructura (pública y privada),
seguida de Piura, La Libertad, Ica, Arequipa y Callao. Por
tipo de infraestructura, las pérdidas máximas probables se concentrarían en el
sector industrial y residencial, así como en las construcciones escolares
públicas y en la red de agua y saneamiento.
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